Varias ciudades y áreas de Italia reivindican ser la patria del célebre postre, estrella de los años ’80 y con una larga historia a las espaldas. Conflictos y tribunales se derriten frente a la magia de las vainillas y el huevo batido. Tema de la semana tras la muerte de Ado Campeol, cuyo nombre es sinónimo del más seductor de los postres de la Península.
Por Anna Lanzani*




Entre la cumbre del G20 en Roma y el repunte del Covid en Europa, es una “dulce” noticia la que esta semana ha llamado la atención de la prensa internacional: Ado Campeol, de 93 años, ha fallecido en la pequeña ciudad de Treviso. ¿La razón de todo este alboroto? El nombre de Campeol está estrechamente vinculado nada menos que al Tiramisú, el postre italiano más consumido, además de la quinta palabra del idioma del Dante más pronunciada en el mundo. Palabra que figura por otra parte, sin traducción alguna, en los diccionarios de 23 idiomas.
Si bien no cabe duda de que Campeol fue en su larga vida el gran promotor del famoso postre hecho con vainillas y huevo batido, es un flagrante error llamarlo, como han hecho numerosos expertos y medios, “el padre” -en el sentido de creador- del Tiramisú. Ya veremos porqué.
